Se inició con una amplia experimentación basada en las técnicas del origami para generar tridimensionalidad, pliegues, modularidad, texturas, cuerpos que se abren y se transforman; para luego aplicar ese aprendizaje al diseño de empaques, envases, vestidos y accesorios de moda como las carteras, joyería, zapatos, sombreros, muebles, enseres de convivencia hogareña o de la oficina. Afloró la creatividad del uruguayo, la capacidad de adaptación de ideas a las necesidades propias, la reinvención e innovación a partir de elementos culturales que distinguen a la idiosincrasia de este país suramericano.
Visto desde mi óptica de extranjero centroamericano-, fluyó el tango, el mate, el asado, la nostalgia pero también el hervor sanguíneo que se produjo para alentar a buscar, a hacer, a producir, a tratar de vislumbrar la propia necesidad de diseño para aquello que hago y con lo cual nos ganamos la vida. Estos son caracteres de identidad, y de esa “uruguayanidad”: a eso venimos y hay que sacarle provecho. En altas esferas del diseño se dice que “buen diseño” debe ser sinónimo de “buen negocio”.
La Arq. Franca Rosi, Decana de la Facultad de Diseño, Investigación y Extensión de la Universidad de Las Empresa, organizadora del taller Identidad Uruguay 2008
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